La guía Sandra Huerga Gómez comenzó la ruta en el Patio de Banderas, mostrando a los asistentes la antigua localización de una de las entradas a la judería. También señaló que bajo el suelo de esa zona reposaban unos restos romanos y fenicios que, al no encontrar beneficio económico ni museo en el que presentarlos, se dejaron bajo el suelo, a la espera de que sean reclamados.
Accediendo a la judería, Sandra mencionó que la gran mayoría de restauraciones de la zona fueron llevadas a cabo por Talavera, un arquitecto contratado para hacer a la judería más atractiva turísticamente con motivo de la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Instaló fuentes y construyó plazas como la de Santa Cruz, bajo la cual están, en algún lugar, los restos del pintor Murillo.
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Casa en la judería, antiguamente residencia de Fernán Cortés.- A.M.M. |
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Balcón apodado "Balcón de Rossini".-A.M.M. |
El grupo salió por la calle del Agua y se dirigió a la plaza de Santa Cruz, destacando antes que la muralla de la judería había sido cortada limpiamente, dejando a la vista las tuberías por las que antes circulaba el agua a través de la muralla.
El recorrido fue interrumpido unos minutos en la Plaza de Alfaro, el grupo pudo contemplar el balcón de una casa actualmente abandonado. La leyenda decía que Rossini se inspiró en ese preciso balcón para una de las escenas de su famosa obra El barbero de Sevilla. Sin embargo, la versión más extendida es mentira: fue un hombre que se instaló en el edificio el que, inspirado por la obra de Rossini, mandó construir el balcón similar al de la obra.
Finalmente, el grupo llegó a la plaza de Santa Cruz. Aunque se cree que su nombre es debido a la cruz, ésta fue añadida a la plaza en los noventa por Talavera, con motivo de la Exposición Iberoamericana. La cruz fue traída desde la calle Sierpe, y se cree que el nombre de la calle venía precisamente de las serpientes que adornan la cruz.
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Centro de la plaza Santa Cruz, con detalles de las serpientes. - A.M.M. |
La siguiente parada fue la Plaza de los Refinadores, con la estatua de Don Juan Tenorio. La plaza recibe ese nombre porque es ahí donde trabajaban los encargados de separar la piel de la carne de los animales para trabajar el cuero, todo con productos químicos. Sumando el olor de estos productos al de la carne en descomposición, y el hecho de que atraía a las ratas, era motivo suficiente para que ese negocio estuviese en un punto alejado de la ciudad. Más atrás en el tiempo, aquella zona daba al cementerio de la judería, y aunque se perdieron muchas de las lápidas para ser usadas como cimentación por los cristianos, una de ellas es conservada en el parking de la Puerta de la Carne. Los cuerpos fueron descubiertos, durante las excavaciones para la construcción del parking.
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Tumba del parking de la Puerta de la Carne - A.M.M. |
El grupo entonces se trasladó a la calle Pimienta, todavía dentro de la judería, donde la guía mencionó la leyenda del judío que vendía especias, que al quedarse sin especias y por tanto sin ventas, comenzó a maldecir a Dios. Fue tal el escándalo que un cristiano se acercó y le regañó por no adorar a Dios cuando le proporcionaba éxito, insultándolo en su lugar cuando pasaba por una mala racha. El judío, arrepentido, comenzó a llorar, y de sus lágrimas brotó un árbol de pimienta que le abasteció durante toda su vida.
Aunque es evidente que esto es una leyenda, hay otra versión más plausible que dice que un famoso militar apellidado Pimienta habitó en aquella calle.
El tour finalizó en la calle Susona, mencionada en el tour de Naturanda Sevilla Encantada. A parte de contarse la historia de Susona, se hizo referencia a que la calle, llamada Calle de la Muerte en la Edad Media, es paralela a la Calle de la Vida.
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